Cinco cuentos sobre Velázquez

Cinco cuentos sobre VelázquezVarios autores
Ilustrado con obras del pintor
Madrid: Oxford, 2010

Numerosas veces hemos oído que tal o cual obra es “una obra de autor” porque en ella hay un reflejo completo de un estilo, de un oficio, de un saber hacer de quien la firma. Pues bien, en este caso estamos ante una obra de editor porque, en el fondo, es quien une los cinco relatos que componen el libro y en la elección de los autores y el tema que les propone y la libertad que les da, se encuentra el compromiso del editor por la Literatura Infantil y Juvenil al elegir a quienes cree entre los mejores (que lo son), la importancia de la amistad y el gusto por la pintura.

De esta manera nos encontramos ante la propuesta de escribir un relato a partir de un cuadro de Velázquez, probablemente con la única condición de unas orientaciones sobre la extensión y el tener en cuenta “un poco” la edad a la que va a ir dirigido el libro, que termina siendo “desde los catorcece años hasta el final”. Porque ¿qué calidad literaria puede tener un libro firmado por cinco escritores que suman los premios más prestigiosos del panorama? Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en varios casos; Lazarillo en varios casos;  Barco de Vapor, Anaya, Edebé, Edelvives,…; y todos con libros en la Lista de honor de IBBY y con algún que otro White Raven de la Biblioteca de Munich.

Pero hay más en este libro de editor y es el conocimiento profundo del panorama literario para jóvenes del mercado español, que se refleja en la selección no solo de premiados escritores sino de variados escritores que, anecdóticamente, se reparten por la península. Y es que son muestras de estilos muy distintos, de los enfoques, de las temáticas, de los intereses, de una personalidad muy diferente para cada uno, y que permiten componer un arco iris de cinco colores dentro de un único haz luminoso.

Probablemente, si el libro tuviera una segunda parte, el editor seguiría ahondando en esa riqueza de la nómina de escritores con que contamos y aparecerían, al menos, una escritora vasca, uno valenciano y algún madrileño. Como añadido, damos el enlace de la ficha didáctica que la editorial elabora.

Entrando ya en el contenido del libro, nos encontramos con cinco relatos, motivado cada uno por un cuadro de Velázquez cuya reproducción lo precede.  Eliacer Cansino (Sevilla) firma “Las manos transparentes” sobre el cuadro El aguador de Sevilla. Vuelve a la fórmula de recuerdos de juventud para contar una historia coral, con su magnífico retrato de personajes, ese realismo fotográfico y esa puerta abierta que deja toda incógnita sin resolver para que el lector continúe saboreando la historia más allá del texto.

Joan Manuel Gisbert (Barcelona) hace lo propio con “Los sueños de la Sibila” a partir de la obra Sibila con tábula rasa. Una atmósfera de misterio rodea el encargo de la copia de un cuadro, misterio que cuando se despeja y cierra lo hace para abrir otras puertas a la imaginación. Un nuevo ejercicio de este escritor en el que hacer de lo increíble lo verosímil y salir airoso.

El tercer relato, “Los hilos de la historia”, es sobre el cuadro de Las hilanderas y viene de la pluma de Xosé A. Neira Cruz (Santiago de Compostela). Su interés por la Historia y por la Literatura le hace caminar por esos hilos hasta construir el cuento a partir de una narración oral con ese valor de mezclar realidad y ficción. Un relato sobre el relato muy  bien tejido.

Daniel Nesquens (Zaragoza) compone “Inocencio X” con la obra de Velázquez Retrato del Papa Inocencio X. Sin renunciar al humor que destilan sus obras, crea un espacio y un ambiente realmente cómodos para dar pinceladas sobre la forma y el fondo histórico del cuadro elegido, el ejercicio de pintar y, cómo no, las pequeñas cosas que realmente llenan los días.

Completa el libro el relato “Retrato de un hombre que se parecía a Esopo”, de Xavier P. DoCampo (Lugo), sobre el cuadro que lleva el nombre del fabulista, Esopo. El lucense es el único de los cinco que se sitúa en el momento de la creación del cuadro, con el pintor por un lado y el modelo por el otro, con relatos dentro del relato, con retratos dentro del mismo, con la pedagogía y el conocimiento profundo de la vida que en este escritor son señas de identidad.

En conjunto son cinco perlas que observan la obra del pintor sevillano desde otras tantas esquinas componiendo un pentágono mágico que habría que intentar repetir con más frecuencia.

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