Desde que se publicó la primera edición de 1812 de los cuentos recopilados por los hermanos alemanes Jakob y Wilhelm Grimm se ha hablado mucho de la crueldad y lo macabro de las versiones originales, que tuvieron que ser corregidas para ponerlas al alcance de los niños. Lo cierto es que los cuentos que se hicieron populares a nivel mundial fueron los publicados en una selección especial destinada para niños hacia 1825.
El acopio que hicieron los Grimm de los relatos populares que circulaban durante el romanticismo alemán fue el fruto de un trabajo de muchos años que dio como resultado una antología de 200 cuentos y 22 leyendas pequeñas, que en principio no estaba destinadas al público infantil. Todas esas historias están compuestas de trasfondos de diversa índole, que reflejan características morales, religiosas, sociales e históricas de la sociedad europea; en algunas, no obstante, reina un ambiente que se acerca al mundo fantasioso de las fábulas, mientras que en otros cuentos existe una mezcla de ambos tipos de historias, y es precisamente en ellos donde se ponen en evidencia determinadas prácticas sociales que poseen un trasfondo histórico y mitológico al interior del mundo ficcional en el que aparecen, como en los casos en que se toca el tema de las prácticas de magia.
En el presente artículo realizaré un acercamiento a los cuentos recopilados por los hermanos Grimm donde se ejercite la magia, haciendo para ello dos reducciones. La primera es que me limitaré a observar la práctica de la magia en personajes con atributos humanos; y la segunda, es que escogeré a personajes femeninos. Quiero mostrar que en los cuentos de los hermanos Grimm la magia que es practicada por diferentes criaturas humanas alcanza la calidad de malévola cuando es llevada a cabo por brujas o madrastras.
La magia en los contextos alemanes
La palabra “magia” procede del latín magia (< del griego: magei) y se refiere a la ciencia o arte de producir hechos extraordinarios a través de fuerzas sobrenaturales. Ya en la Alemania del siglo XVII aparecía en el Lexikon Alchemiae la definición: “Magia: Persica vox est, latine sapientia” y una clasificación como ésta: la práctica de la magia puede ser de tres tipos: a) la magia natural o magia blanca, o medicina natural; b) la magia negra o brujería, con ayuda del diablo; c) la magia artificial o arte de los magos de espectáculo (Ruland [1612], 313). La magia blanca y la negra son estudiadas en nuestros días por las ciencias antropológicas, puesto que se trata de dos fenómenos que son inherentes a las creencias populares.
El fenómeno de la magia es un elemento cultural muy antiguo, cuyas fuentes se remontan al medioevo europeo (en obras escritas por filósofos, teólogos, y otros sabios), al mundo de la cultura clásica greco-romana, a los pueblos germanos y celtas, así como a la transmisión de saberes árabes (astrología, alquimia). En cierto sentido fueron prácticas en las que la religión y la ciencia confluían (por ejemplo, en los libros de medicinas de hierbas con fórmulas litúrgicas), y en donde los “magos”, al parecer, no se autodenominaban así, y tampoco se preguntaban si sus prácticas debían denominarse “mágicas”. También se sabe que ciertas prácticas de magia eran temidas en la cultura cortesana alemana, y que los reyes y nobles les tenían tanto miedo como la plebe (Kieckhefer 1992, 79). Y es precisamente este punto el que confirma, según Dülme, sus orígenes medievales, puesto que es en esa época cuando estas prácticas fueron realizadas en todas las capas sociales, a pesar de que será recién en la temprana edad moderna donde se escriban las obras sobre el tema, que cuentan sobre las más diversas formas de su expresión, por ejemplo, en el arte mágico de encontrar verdades, es decir, no sólo de sacar a la luz misterios ocultos, sino encontrar bienes robados o perdidos, utilizando objetos como espejos, vidrios, bolas de cristal o anillos (1994, 82–83). Será en la época del Romanticismo alemán donde las formas de vida medievales con todas sus tradiciones populares y leyendas folklóricas serán glorificadas, por creer ver en ellas los orígenes del espíritu de los pueblos europeos (Aguiar 1986, 338).
La relación entre magia y el género femenino no sólo proviene de la tradición literaria, sino que se apoya en causas históricas. Durante mucho tiempo se consideró obvio que las mujeres fueran sospechosas de brujería, condenadas a la hoguera, y constantemente perseguidas por atribuírsele al género femenino mayores poderes mágicos que al masculino. No por ello fueron acusadas de brujería las curanderas, hierberas o parteras, a pesar de que fue un grupo social que levantó siempre sospechas. Por otro lado, la caza de brujas que finalizaba con la quema pública, no fue un fenómeno medieval, sino una práctica que se expandió en la temprana edad moderna (Dülme 1994, 84-90).
Las practicantes de magia negra en los cuentos: brujas y madrastras
Las figuras literarias que practican la magia en muchos cuentos populares son seres con atributos especiales. No obstante, muchos investigadores del tema coinciden en afirmar que cuando se trata de figuras femeninas, estas se ven cargadas de características negativas. La estudiosa Charlotte Bühler, señaló en un estudio sobre los cuentos y las fantasías de los niños que los magos, brujas, hadas y muchas otras figuras fantásticas, presentados en forma de seres humanos o animales, jugaban un rol principal en la acción de los cuentos, aunque no siempre fueran figuras malévolas, pues se dan tanto los casos de duendes que ayudan y animales generosos, como de enanos malos; pero sólo las brujas y madrastras, sin excepción, poseen mal carácter y suelen traer la desdicha a los cuentos infantiles: quieren deshacerse de los niños, o atraerlos, bien para devorárselos o para hacerles daño (1977, 119).
En una enciclopedia alemana de cuentos de magia, Lexikon der Zaubermärchen (Scherf 1992) se registra una lista de motivos psicológicos en diferentes cuentos, muchos de los cuales tienen que ver con una figura mágica femenina.Entre otros, se registran los siguientes de la recopilación de los hermanos Grimm bajo el rubro “brujas”: La pastora de ocas en la fuente, Los niños de oro, Hänsel y Gretel, La lechuga prodigiosa, El cuervo, Un cuento enigmático, Los seis cisnes, El tambor, La novia verdadera, La novia blanca y la novia negra y Dos hermanos. Y bajo el rubro “madrastra (cruel)”: La Cenicienta, Hermanito y hermanita, Tres hombrecitos, Un ojito, dos ojitos, tres ojitos, Madre nieve, La pastora de ocas, La doncella Maleen, El corderillo y el pececillo, El amadísimo Rolando, Seis cisnes, Blancanieves, La mesa, el asno y el bastón maravilloso, El enebro, La novia verdadera y La novia blanca y la novia negra.
También hay otras entradas –”maldición mágica”, “objetos mágicos”, “libros de magia”, “jardín encantado”, “cantos que embrujan”, etc– que mencionan en los cuentos la participación de una bruja, una madrastra o un hada, aunque no sea siempre como figura principal, como es el caso del cuento Jorinda y Joringuel, que se registra bajo la entrada “flor mágica”.
En los cuentos de los hermanos Grimm, donde aparecen las practicantes de magia, se trata sobre todo de brujas, que son mujeres viejas, poseedoras de cierta sabiduría y a las que se teme. Viven aisladas, se les conoce sólo por su mala fama o por rumores que la gente ha expandido. En ello también puede encontrarse un origen histórico, por el que las mujeres antisociales solían caer en sospecha de practicar la brujería, porque las comunidades querían en general deshacerse de ellas (Dülme 1994, 95). En los cuentos aparece la magia negra como la única actividad a la que se dedican las brujas. Cualquier otra característica de las brujas (ojos rojos, mortecinos, cara oscura, nariz larga, etc.) son parte de un lenguaje fantástico y estilístico que corresponde a una tipología de las brujas. Sólo en contados casos se habla de una mujer sabia, que practica la magia blanca y que puede deshacer embrujos o descubrir una verdad oculta. Por el contrario, las madrastras no son presentadas con características físicas típicas, pero siempre como criaturas despiadadas, con atributos negativos: envidiosas, orgullosas, temerarias, celosas. A diferencia de las brujas, ellas son mujeres integradas en la sociedad, pero que se pueden dar el lujo de ejercitar la práctica de la magia.
Métodos, rituales, instrumentos, conjuros y castigos
En los cuentos se presentan brujas y madrastras no siempre como figuras principales ni como practicantes de magia, como sí es el caso en Rapunzel, Hänsel y Gretel, Los dos hermanos, Los niños de oro, El cuervo, La lechuga prodigiosa, La pastora de ocas en la fuente y El tambor, donde la bruja juega un rol central; o en Hermanito y hermanita, Un cuento enigmático, Los seis cisnes, Blancanieves, El amadísimo Rolando, La novia blanca y la novia negra y El corderillo y el pececillo, donde una madrastra es protagonista.
En los cuentos de los hermanos Grimm se exponen tipos de prácticas mágicas asociados con la medicina natural, pues con frecuencia se habla de pócimas, comidas especiales, alimentos envenenados y bebedizos, que tienen como efectos dejar ciego a alguien, matarlo o desmayarlo. En ello juegan un rol central los conjuros que acompañan dichas prácticas, que en los cuentos se manifiestan por lo general en rimas o repeticiones. Entre los tipos de magia practicada por las brujas y madrastras destaca la magia negra, en cuentos como Hänsel y Gretel; Un cuento enigmático, Los seis cisnes, Blancanieves, La lechuga prodigiosa, Los niños de oro o La novia blanca y la novia negra.
En la práctica de estas artes, tanto brujas y madrastras harán uso de utensilios y conjuros que se deben decir en los ritos. Por ejemplo:
(a) En Hänsel y Gretel: “[la bruja:] ¿Será acaso una ratita la que roe mi casita?”, ejerce poder mágico de atracción a través de la casa.
(b) En Blancanieves: “[la madrastra:] Espejito, espejito, ¿quién es la más bonita del reino?”, el espejo es instrumento de magia.
(c) En El amadísimo Rolando, los amantes que huyen confían en la varita mágica de la madrastra y se la quitan.
(d) En Los dos hermanos, la bruja convierte al príncipe en roca con una ramita, antes lo conmina a realizar un ritual: “Te echaré una ramita, pégales con ella en la espalda [a los animales], y entonces no me causarán daño alguno”.
Entre los otros rituales mágicos destacan el canibalismo, por ejemplo, en Hänsel y Gretel la bruja se come a los niños; o la costumbre de ingerir órganos de animales para generar ciertos efectos, por ejemplo, en Blancanieves la madrastra cree comerse lengua e hígado de Blancanieves; en Los dos hermanos un ave tiene el poder de generar oro a quien devore su corazón e hígado, en La lechuga prodigiosa el cazador se come el corazón del ave. De esa manera, en estas prácticas de los rituales sobresalen dos campos: el de la magia positiva, cuyo objetivo es alcanzar una meta a través de un rito; y la magia negativa, que procura evitar lo no deseado a través de tabúes o prohibiciones; como en Hermanito y hermanita, cuando la hermanita pide a su hermanito que no tome agua del pozo, pues si no, será convertido en un animal salvaje que la devore a ella. En El amadísimo Rolando este acude al consejo de una bruja, quien lo manda a observar su habitación en la mañana muy temprano para que, si algo se mueve, él le tire una toalla blanca encima y así haga desaparecer el embrujo. Otro caso se da en La pastora de ocas en la fuente, donde la bruja le alcanza una esmeralda que le traería suerte al muchacho conde.
Finalmente, queda decir que el castigo a la brujería no tiene en principio nada que ver con la magia como arte o pseudociencia, sino que es una consecuencia del desarrollo de las sociedades europeas. En los cuentos de los hermanos Grimm las artes mágicas de las brujas y madrastras son castigadas sin piedad con fuego (en Hermanito y hermanita, Hänsel y Gretel, Un enigmático cuento, Blancanieves, Los dos hermanos, El tambor); al contrario de las víctimas, que finalmente pueden vivir felices para siempre. El conflicto entre el bien y el mal alcanza en ese sentido un carácter extremadamente bipolar, que resulta fácil para alcanzar un mensaje moral a los niños. En ello ayudan las embellecidas metáforas con que las brujas son incineradas en algunos casos, como, por ejemplo, en Hänsel y Gretel y en Blancanieves, que precisamente son dos de los cuentos más populares de la colección.
Bibliografía
- AGUIAR E SILVA, V.M. de. Teoría de la Literatura. Madrid: Gredos, 1986.
- BÜHLER, Charlotte. Das Märchen und die Phantasie des Kindes. Berlín: Springer, 1977.
- DÜLMEN, Richard van. Kultur und Alltag in der frühen Neuzeit. Múnich: Beck, 1994.
- GRIMM, Hermanos. Kinder und Hausmärchen. Múnich: Artemis & Winkler, 1993 [1819].
- KIECKHEFER, Richard. Magie im Mittelalter. Múnich: Beck Verlag, 1992.
- RULAND, Martin. Lexikon Alchemiae Sive Dictionarium Alchemisticum. Frankfurt: Palthenius, [1612]
- SCHERF, Walter. Lexikon der Zaubermärchen. Stuttgart: Kröner, 1982.
Ofelia Huamanchumo de la Cuba
Dr. phil. Filología Románica (LMU), Alemania.
M.A. Hispanística, Literatura comparada y Literatura alemana (LMU)
Cual es ese libro que muestran de portada? Cómo se llama ?
una pregunta este cuento es popular?
¿porque es un cuento popular?
El análisis crítico lo considero excelente porque contextualiza adecuadamente la visión acerca de la mujer en la cultura occidental, es ella es bruja, manipuladora, perversa, etc., ellas es la que posee facultades para el engaño y otras perversiones. Digamos, que es el arquetipo ancestral de mujeres ciertos dones femeninos que está reflejados en la Odisea, un antiguo poema, ni hablar de la biblia, Eva es la provocadora y la que propicia el acto del pecado. En general, me encantó, su estudio de la narrativa de los Grimm. Felicitaciones.
Me gustan mucha