El juego del arte suele provocar un ir y venir de significaciones. Es un horizonte que siempre se escapa ―me han dicho―. Nos hace andar más por lo posible que por lo certero. Tal vez porque entre tanto, llevándonos por caminos sinuosos, nos pone frente a lo singular o lo insólito, a lo que difícilmente se llega sin tener detrás una pregunta. Y a Browne le gusta interrogar.