La prosa de van Allsburg es sencilla y elegante, y mantiene breve el texto con el fin de retener la atención de los jóvenes lectores. Sus escritos, usualmente narrados en tercera persona, son acompañados de grandes ilustraciones dotadas de un gran sentido de la perspectiva y la profundidad de campo; imágenes que parecen ser vistas desde abajo, como a través de los ojos de un niño pequeño.