Durante todo el volumen tenemos la sensación de que Fortún escribió como una catarsis. Carmen Martín Gaite opinaba que este libro era “un testimonio espeluznante de los horrores de la guerra, a través del cual la escritora plasma sus propias vivencias”. Y añadía que la protagonista por excelencia del libro no es Celia, ni siquiera la propia Fortún, sino la guerra. Porque en Celia en la revolución las alusiones al conflicto no son meros elementos dispersos en la narración. Celia se limita a ser testigo y a dar testimonio de todo lo que pasa.