Andrea Hensgen (idea)
Ilustraciones de Béatrice Rodriguez
Barcelona: Libros del Zorro Rojo, 2015
La ilustradora francesa Béatrice Rodríguez, de la que esta editorial ya había publicado una trilogía de álbumes sin palabras (Ladrón de gallinas, La revancha del gallo y Un día de pesca), regresa ahora con otro título de temática más costumbrista. Amigos nos muestra un día cualquiera en la vida de un niño al que parece que no le hace mucha gracia ir al colegio. Se despide de su madre sin mucho convencimiento, se aleja de su casa con rostro tenso, y a lo largo de su camino se topa con cosas que le atemorizan. La vida dentro del colegio tampoco es que sea una fiesta, por lo que adivinamos a su salida, puesto que aparece solo, a diferencia del resto de sus compañeros, y con la misma cara de tristeza que vimos al comenzar la mañana. Sin embargo, algo va a cambiar ese día cuando un perro, aparentemente sin dueño, decida hacerse su amigo.
La ilustradora, a partir de este momento, nos muestra una cara mucho más alegre del día a día de este chico. Acompañado de su amigo, ahora el camino hacia el colegio es feliz y exento de peligros. No porque estos hayan desaparecido, sino porque el niño ahora los enfrenta de otra manera. Dado que vuelve a producirse una elipsis durante la jornada escolar, no sabemos qué tal le irá con sus compañeros, pero al terminar las clases, comprobamos que su vida es alegre, llena de juegos, aventuras y afecto. Un día, sin embargo, el niño sale del colegio y el perro no está. Lo busca por todas partes, hasta que da con él en la verja de una residencia, donde vive ahora el anciano que antes era su amo. El niño, con iniciativa, decide propiciar el reencuentro, y consigue un final feliz para todos.
Aunque la historia es bastante sencilla, como se puede ver por este resumen, hay detalles en las imágenes que permiten otro nivel de lectura o, al menos, nos dan más pistas para captar todos los matices. El simple hecho de que el niño protagonista vaya hacia el colegio como si le llevaran al cadalso, y que salga de él solo, alejado del resto de niños, ya nos transmite un cierto desasosiego. También nos genera curiosidad conocer cómo es su vida dentro de casa (su madre solo aparece para despedirse del él por la mañana).
Hay otros elementos, menos perturbadores, que permitirán al niño que se asome a estas páginas por segunda vez reconocer a personajes escondidos en las ilustraciones, o a darse cuenta de cómo ha cambiado la actitud del protagonista después de conocer a su nuevo amigo, el perro. Incluso podrán comparar sus propias vivencias con las que se relatan en el libro, sintiéndose reflejados o reconociendo ciertos comportamientos concretos relacionados con el mundo que conocen, como ir al colegio, caminar por la calle, tener una mascota, experimentar miedo o tristeza…
En definitiva, un buen libro para experimentar la lectura de imágenes relacionadas con experiencias cotidianas que nos dará mucho juego si observamos qué conclusiones saca cada lector, dependiendo de las vivencias y la personalidad de cada uno. El adulto es quien tendrá que trabajar para que la lectura de este libro no sea solamente contemplativa, sino también reflexiva (para ambos).