Antonio Ventura
Ilustraciones de Noemí Villamuza
Madrid: Nórdica Libros, 2010
Este es uno de esos libros en los que el equilibrio entre texto e ilustración es tan perfecto que le hace a una preguntarse qué fue primero: ¿el huevo o la gallina? Y, sobre todo, ¿qué sería el huevo y qué la gallina?
No es de extrañar: el resultado lógico cuando se juntan artistas de la talla de Antonio Ventura y Noemí Villamuza es, ni más ni menos, un libro perfecto, redondo (si es que se puede aplicar este adjetivo a un objeto que se define por tener cuatro lados). Un resultado que quizá ya venga anticipado por el nombre que firma el prólogo, Daniel Nesquens, otro grande del género.
Los ingredientes son por tanto los ideales para que nazca un libro hermoso, delicado y de imágenes potentes que impactan por su sencillez y en las que el contraste del negro-lápiz con el único otro color que poseen, un rojo intenso, acaba convirtiéndolas en algo luminoso, más que si se hubieran empleado todos los tonos del arco iris. Este es el sello de grafito de Noemí Villamuza, que vuelve a crear imágenes en las que el tiempo se detiene y flota como suspendido en el aire, como sacudido por una ligera brisa, como la que agita a un diábolo miedoso…
Cada día surgen libros sobre el abecedario y las primeras palabras (nada como aprender a amar los libros empezando por la parte más pequeña que los compone, las letras), pero esta versión que publica Nórdica en su primera intrusión con mayúsculas en el mundo del álbum infantil propiamente dicho (sin contar con su versión ilustrada de Alicia en el país de las maravillas, un título tradicionalmente a caballo entre lo que se considera lecturas para jóvenes/adultos y las que se consideran para niños) tiene de especial que no se ajusta completamente a los «moldes» establecidos (si es que esto existe) para este género: es un libro con una clara intención didáctica, pero los aforismos que nos presentan las letras son casi los titulares de lo que podríamos calificar como un periódico de la vida, son pequeñas sentencias filosóficas que reflejan la cotidianidad de una forma onírica, tal vez recordada, una mezcla de realidad e imaginación en la que se puede ver al niño (como emblema de la imaginación) y al adulto (como representante de la realidad cotidiana).
Y me preguntaba qué habría sido primero, si la imagen o las palabras, porque cuando leo las sentencias las veo plasmadas perfectamente en las imágenes que observo a continuación; pero cuando es la ilustración lo que veo primero, las palabras que la acompañan describen a la perfección la imagen que aún retienen mis retinas. Qué perfecta armonía, qué abrazo perfecto entre dos artes siempre tan hermanadas y en ciertos casos, como en este, tan oportunamente encontradas.
Hermosísimas las ilustraciones, rebosan respeto y cariño a los niños. Las frases son pequeños versos llenos de sugerencias. Me encanta la traviesa caperucita, con su caperuza roja, atravesando varias de las páginas; pareciera que está buscando al lobo -“juguemos en el bosque mientras el lobo no está” como dice el poeta Salvatore Quasimodo- . En el camino se encuentra con el dodó de “Alicia en el país de las maravillas”, con un elefante y con un cocodrilo-xilófono.
Cuando leí la frase y vi la ilustración dedicadas a la letra L, me vino a la cabeza un pequeño poema de Francisco Vighi recogido por Ana Pelegrín en “Poesía española para niños”:
“Cuando se murió el canario,
puse en la jaula un limón:
¡Soy un caso extraordinario
de imaginación!”
Gracias por dar ocasión a que podamos comentar. Un saludo.
Es gratificante ver que, además de la emoción que pueden contagiar el texto y las ilustraciones de un libro, también la crítica pueda transmitir emoción por el objeto criticado. Y si lo hace sin olvidar que se trata de una reseña, mejor. Así que gracias, Beatriz, por tu pasión y tu juicio.
Y para que no todo sea idílico, un comentario: casi todas las frases e ilustraciones del álbum me parecen originales y sugerentes, sin embargo la letra “h” me recuerda a la película de la Bruja Novata (película que, dicho sea de paso, me gustaba mucho cuando era pequeño).
Que alegria ver o video do livro de Antonio Ventura e Noemí Villamuza.
Excelente artigo o de Beatriz Bejarano.
Parabéns! (¡Congratulaciones a todos!)