Como muchos, mi primera experiencia Nesquens/Arguilé fue Hasta (casi) cien bichos. Ahora, tenía curiosidad de ver cómo se las ingenia un escritor para contar sin apenas palabras, y como se las arregla un ilustrador para ilustrar apenas una historia. Pero así se conocen a los grandes cocineros, cuando cocinan con la nevera casi vacía. Con tan poco material, Nesquens es capaz de mantener su ironía sin decir casi nada, como dice en Una nube. O mantenernos intrigados sin enseñarnos el corazón de la intriga, como en ¿Dónde está Gus? En uno y otro título se trama la risa en la boca, o el misterio en los dedos. Y uno podría pensar que cosas así están al alcance de cualquiera, como cuando ves a un funámbulo mantenido sobre la cuerda con los brazos pegados a los lados. Pero a estas alturas ya sabemos que cosas así están al alcance de pocos.
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