Querido espantapájaros

José Morán
Ilustraciones de Carmela Mayor
Pontevedra: Kalandraka, 2003

Una portada que emula un cuaderno, un título de caligrafía infantil que parece el encabezado de una carta y guardas como páginas cuadriculadas con más dibujos a lápiz son, de entrada, una invitación a indagar qué escribe, dibuja o colecciona el chico o chica que está detrás de este “cuaderno”. Los juegos tipográficos y de diseño -la palabra cahier que quiere decir en francés “cuaderno”, así como la disposición de los nombres del autor e ilustradora en el espacio que corresponde a “pertenece a” y otros elementos elaborados a través de la técnica del collage- ayudan a recrear no sólo la sensación de que estamos abriendo el cuaderno de algún niño fascinado por golosinas y pájaros, sino también a configurar un tono intimista y sentimental que está también presente en el texto, marcadamente poético.

En esta narración, un espantapájaros solitario en medio de un campo abandonado, sufre los embates físicos y psicológicos del clima, hasta que todo cambia con la llegada de una niña forastera que cambiará su vida y estado de ánimo de forma duradera.

La carga narrativa asumida por la ilustración se refleja en una amalgama de texturas: dibujos a línea coloreados con acuarelas lavadas, combinados con la técnica de collage que incluye recortes de prensa, envoltorios de golosinas, entre otros. Sin embargo, quizás el elemento que más contribuye a crear en este álbum el tono intimista es el uso del color. Los tonos apagados (ocres, verdes oliva, etc) sirven para expresar la soledad inicial del espantapájaros, en contraste a la llegada de colores vivos que acompaña la introducción del personaje de la niña quien adopta al protagonista. Así, la historia cíclica, que comienza y termina en verano, recalca las diferencias entre un verano y otro; una distinción que parte del punto de vista, la subjetividad, del espantapájaros. La selección de la paleta cromática no sólo traduce estados de ánimo, sino también recrea la sensación del paso del tiempo mediante el cambio de colores de acuerdo a como se pasa de una estación de otro: un invierno gris frente a un verano rojiamarillo.

Querido espantapájaros refleja el cuidado editorial que siempre caracteriza los libros de Kalandraka, así como el interés de esta editorial gallega por abrir espacios a otras formas de ilustrar libros para niños. Las ilustraciones de Carmela Mayor están llenas de guiños para la mirada adulta y educada. Además los collage invitan a francófonos a explorar otros aspectos del relato. Sin embargo, queda abierta la pregunta de cuántos guiños hay para los lectores a quines va dirigido este libro: los niños. Las ilustraciones sofisticadas y complejas combinadas con un texto poético y breve crean una combinación sugestiva que podría dar para más. Los altos y bajos de la tensión narrativa dejan al lector en espera de más. Sin embargo, la propuesta gráfica y la manera positiva como la compañía es retratada como un catalizador para cambiarle a uno la vida y la percepción de todo lo que nos circunda, no deja de ser atractivo.

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