Papeles arrugados

Papeles arrugadosDiego Arboleda
Ilustraciones de Raúl Sagospe
Madrid: Anaya, 2012

Después del fantástico tándem de Mil millones de tuberías y Aventuras en espiral, el escritor Diego Arboleda y el ilustrador Raúl Sagospe vuelven a las andadas con Papeles Arrugados. La pareja creativa repite con el público infantil de entre ocho y diez años (y cien, si uno olvida los prejuicios), pero lo hace con una historia completamente nueva donde la única sensación de déjà vu es el buen sabor de boca del trabajo anterior. Olvidémonos del país de las tuberías y de su meteorito, porque esta vez nos trasladamos a la España de 1937. ¿Aburrido? En absoluto.

Aunque el trasfondo de Guerra Civil pueda asustar a algunos lectores, el conflicto sólo es la excusa para que Jaime y Greta, dos niños amantes de los cuentos, abandonen una Madrid en alerta de bombardeos para dirigirse a un recóndito refugio entre montañas donde las armas son el menor de los problemas. El Balneario de Melancólicos no solo tiene que lidiar contra la sangría de clientes, sino que a los problemas económicos se suma un misterio del que el director Crisóstomo no quiere ni oír hablar: ¡un monstruo amenaza las instalaciones!

«El mejor cuento posible es el que no es sólo un cuento, sino un cuento que son muchos cuentos». Es el título de uno de los capítulos de Papeles arrugados, pero también una buena manera de describir este libro: una novela en la que caben muchas historias, impresas o literariorradiogramofónicas, oníricas o rescatadas de la memoria. Hay baños a la luz de la luna, viajes en globo, máquinas de escribir que contradicen a su dueño y jardines de laberinto. El lector disfrutará con esta sucesión de cuentos, hábilmente entrelazados alrededor del balneario, y avanzará sin darse cuenta en la resolución de un misterio que necesitará de la ayuda de todos los personajes.

Diego Arboleda echa más leña a su imaginación con este trabajo impecable, tan bien escrito como ingenioso, mientras que Raúl Sagospe vuelca su talento en unas ilustraciones que complementan el texto como si fuesen la otra mitad de un puzle. Resulta difícil imaginar una parte sin la otra. Tendremos que estar atentos a los próximos trabajos por separado de estos dos creadores, pero esperaremos con especial interés su (ojalá) siguiente colaboración. Papeles arrugados es la clase de libro que nos hubiese gustado leer de niños. Lo mejor es que como adultos no hay ningún impedimento para disfrutarlo.

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