David Nel·lo y Pedro Riera, ganadores de los Premios Edebé

David Nel·lo y Pedro Riera, ganadores de los premios Edebé

David Nel·lo (Barcelona, 1959), con la novela escrita originalmente en catalán La nueva vida del señor Rutin, y Pedro Riera (Barcelona, 1965), con La tumba de Aurora K, han sido los autores ganadores de la XXII edición del Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil respectivamente. Se presentaron 350 originales (154 obras en la modalidad infantil y 196 en la modalidad juvenil), procedentes de España y también de diversos países de América Latina.

Clarice era una reina

Clarice era una reina

Clarice era una reina es un peculiar álbum del artista colombiano José Rosero, basado en un personaje real, que pone en juego dos discursos paralelos, bien distintos, entre texto e ilustración. Ya desde la cubierta podemos apreciar el contraste entre una estética de cuento de hadas y la crudeza de una historia dura y real: vemos lo que parece un elegante vestido, pero si nos fijamos, en realidad se trata de un patchwork un poco basto, y también podemos apreciar las manos y pies de la protagonista que asoman disimuladamente por detrás de la tela, con lineas negras duras, sin color. A este “engaño” se suma el diseño de la cubierta, con una tipografía decorada más propia de un cuento de princesas que de una historia costumbrista.

Paloma Muiña y Elena Alonso, ganadoras de los premios Edelvives 2014

Edelvives

La escritora madrileña Paloma Muiña, con su obra Un cóndor en Madrid, ha resultado ganadora del XXV Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12.100 €. En la novela se cuenta la relación entre un niño y una niña de familia ecuatoriana, preocupados por la deriva del abuelo de ella, que tras el fallecimiento de su mujer se siente desnortado y con nostalgias de su país de origen. A juicio del jurado, «la obra destaca por su capacidad para relatar un hecho cotidiano —el vínculo que se establece entre dos niños de culturas diferentes— con un estilo sencillo, nada adoctrinador, ajeno a tópicos. Una historia de amor múltiple llena de sugerencias y extraordinariamente sensorial, en la que resulta tan relevante lo que se dice como lo que solo se sugiere, una contención narrativa que es , sin duda, uno de los mayores éxitos de la obra».

Juegos inocentes juegos

Juegos inocentes juegos

Sebastian tiene una identidad secreta, El Asesino, un alias que lo identifica como adversario letal para todo aquél que se atreva a desafiarlo, porque trabaja como probador de videojuegos y está acostumbrado a enfrentarse a otros y derrotarlos con facilidad y sin misericordia. Por su parte, El Asesino tiene una identidad pública, Sebastian, un chico retraído que, aunque no tiene problemas para relacionarse, ha encontrado en la informática y más concretamente en los videojuegos, un modo de vida con el que se siente a gusto; y esta condición de doble identidad tiene un paralelismo en su vida, porque mientras El Asesino es un fenómeno a la hora de eliminar adversarios y destruir objetivos, Sebastian mantiene una fatigosa lucha por encauzar su existencia diaria, marcada por la muerte de su hermana mayor y por la posterior separación de sus padres, un día a día marcado por la abundancia de silencios y mentiras.

Treinta y tres días antes de conocerte

Treinta y tres días antes de conocerte

Se acaba el mes de julio y parece que todo va a seguir igual. Todo es: calor, trabajos domésticos, enfados de mamá, siestas aburridas, tele… Pero lo que no sabe Jaime es que algo está a punto de cambiar en su agosto sofocante. Unos nuevos vecinos se instalan en la casa de al lado. Son un tanto peculiares. O incluso más. Se ve a simple vista, pero se constata en el trato del día a día. Un bizcocho casero recién hecho por la madre de Jaime marca el pistoletazo de salida. En vez de un café de cortesía, de bienvenida, la buena señora piensa que un bizcocho puede estar mejor. Y lo está, según las alabanzas recibidas.

Filbert, el diablillo bueno

Filbert, el diablillo bueno

Filbert es un diablillo demasiado bueno, y sus padres están desesperados porque no asusta, no miente, ni siquiera molesta; al contrario, disfruta ayudando a las personas que lo necesitan. En su primer día de colegio, tampoco se comporta como se espera de alguien de su especie, así que la profesora le echa de clase para que recapacite y se comporte como un auténtico diablillo. Entonces conoce por casualidad a una angelita, Florinda, que tampoco es tan «angelical» como cabría esperar. Así que, como es natural, la conexión entre Florinda y Filbert es inmediata, ambos tienen algo en común: no son lo que la gente que les rodea espera que sean. Sin embargo, se mantienen firmes a sí mismos y logran demostrarles a los demás que ser diferente no es nada malo y que es mucho peor fingir que uno es lo que no es.