Museos de Ilustración infantil

PublishersWeekly

¿Qué pueden tener en común Abilene (Texas) y Tsuwano (Japón)? Ambos hospedan dos museos dedicados exclusivamente al arte creado para los álbumes ilustrados infantiles: El Centro Nacional de Literatura Ilustrada para Niños y el Museo Mitsumasa Anno, respectivamente, y ambos ofrecen muestras de que el libro ilustrado está adquiriendo un reconocimiento cada vez mayor. Y además, se encuentra en construcción otro edificio destinado igualmente a la exposición de libros e ilustraciones infantiles: el Museo Eric Carle de Libros Ilustrados en Amherst (Mass).

La gestación del proyecto de Texas es una historia comparable a cualquier trama de ficción. En diciembre de 1993, al entonces alcalde de Abilene, Gary McCaleb, se le sugirió leer un libro a los estudiantes de la escuela elemental. Cuando McCaleb abrió el libro escogido –Santa Calls, de William Joyce-, tuvo la suerte de descubrir que el cuento estaba ambientado en Abilene (una apropiada aliteración para el protagonista Art Atchinson Ainsworth). Quedó tan impresionado por el trabajo de Joyce que inmediatamente llamó al autor y le invitó a visitar Abilene.

El mes de marzo siguiente, Joyce habló en un almuerzo organizado por la concejalía de cultura de la ciudad y, acompañado por el alcalde, visitó las escuelas de la zona. Becky McDonald, miembro del Centro Nacional de Literatura Ilustrada para Niños, contó que, en el transcurso de la conversación entre McCaleb y Joyce, éste último mencionó que sentía que históricamente los libros infantiles nunca habían recibido el respeto y la atención que merecen. «Ambos concibieron la idea de crear un centro en honor de la literatura ilustrada para niños», destaca McDonald.

Después de años de trabajo por parte de los ciudadanos de Abilene -incluyendo el alcalde, el concejal de cultura, y los miembros de la Liga Juvenil de Abilene-, el sueño se hizo realidad. En 1997 la NCCIL recibió una carta oficial y, con la fundación de la Liga Juvenil, a finales de año se inauguró el centro con su primer acto, una exposición del trabajo del ganador de la medalla Caldecott, David Díaz. Esta y las siguientes exposiciones tuvieron lugar en el Grace Museum y en el centro cívico de la ciudad hasta que consiguieron 2 millones de dólares y una donación de terreno para que la NCCIL pudiera construir su propio museo.

La exposición inaugural tuvo lugar en Septiembre en el nuevo edificio, presentando el trabajo de Brian y Jerry Pinckney. Otros artistas que han obtenido la atención de la NCCIL incuyen a Kevin Henkes, David Wiesner, Paul Zelinsky y Janet Stevens. Actualmente se exponen trabajos de David Small, que ganó la Medalla Caldecott por su libro ¿Así que quieres ser Presidente? justo después de ser inaugurada la exposición, en otro golpe de buena suerte para la NCCIL.

Además de los miembros de pago, que en total suman 350, los fondos de la NCCIL se obienen de los beneficios de las exposiciones que organizan por todo el país. «Hemos visto expandirse el interés desde los museos», remarca Kim Snyder, director del centro. «Actualmente tenemos siete exposiciones itinerantes, incluyendo la primera que organizamos, con el trabajo de David Díaz. En principio firmamos dos años de contrato con nuestros ilustradores, pero estamos renovando algunos de ellos por cuatro años más. Nos vamos a centrar en enviar nuestras exposiciones a un gran número de mercados. De hecho nuestras exposiciones han viajado ya a museos de Dallas, NY, Omaga y Portland».

Snyder destaca que está muy complacida con los resultados de los esfuerzos del centro por vender libros del artista expuesto, y expresa su gratitud a los editores por su apoyo en esta aventura. En palabras de Snyder, «Hemos desarrollado muy buenas relaciones con los editores, que han sido muy generosos enviándonos merchandising, como posters, además de hacer donaciones de libros. Regalamos un libro para cada clase que visita el museo, y damos un álbum ilustrado a la bilbioteca de la escuela». Además de acoger a estudiantes, el Museo, de libre admisión, organiza clases de arte los sábados, y tiene previsto iniciar un campamento artístico de verano al finalizar las clases en el colegio. «La programación de actividades educativas», dijo McDonald, «es realmente el propósito principal de este centro. Enseñar a los niños el arte e inspirar en ellos el amor por la lectura son las cosas más importantes para nosotros».

Una joya brilla en Japón

En la otra punta del mundo, se abrieron hace unas semanas las puertas de otro tesoro del libro infantil. Se trata del Museo Mitsumasa Anno, construido como homenaje a este escritor e ilustrador por el ayuntamiento de la ciudad donde vive, Tsuwano, al oeste de Japón. El pasado año, Beneduce, que lleva bastante tiempo siendo la editora de Anno, visitó las obras del museo, diseñado por el ilustrador, y no dudó en elogiarlo. «Tsuwano es una pequeña e histórica ciudad llena de estupendos edificios medievales. Los que están a cargo del proyecto pidieron a Anno que diseñara el museo con un estilo moderno, pero él se mantuvo en el estilo japonés tradicional. Al final optó por una mezcla de tradición y vanguardia, con un resultado espectacular».

Beneduce observó que no es raro que en Japón se levanten tales monumentos en honor de los artistas nativos, quienes, en sus propias palabras «son considerados tesoros nacionales». En su tierra natal, afirmó, Anno es tan popular como una estrella de rock. Gente de todo el país viajará a este museo.El arte del creador de libros tales como El viaje de Anno y Las semillas mágicas de Anno será el eje central de las galerías del museo, pero Beneduce espera que en esos muros se muestre el trabajo de otros artistas. Destacó también el papel clave que las actividades interactivas tendrán en este nuevo proyecto. «Anno era profesor de arte antes de ser autor», comenta, «y lo que realmente quiere para el museo es que sea un lugar donde los niños puedan venir a probar y conocer cosas. Ál ha estado siempre muy interesado en la ciencia y las matemáticas, y en cómo enseñárselas de un modo divertido a los niños. Ál ve en el museo una oportunidad de hacer justamente eso, e incluso ha incluido un planetario como parte del edificio». Anno también implicó a los niños en la construcción del museo. Beneduce nos dice: «El edificio tiene un techo de tejas, e hizo venir a los niños de la ciudad para que pusieran sus manos sobre la arcilla fresca para que cada una de ellas representara a un niño diferente. ¿Qué mejor manera de hacer a los niños sentirse parte de este proyecto?».

Una joya en proceso de fabricación

Lo que Beneduce describía como un «proyecto paralelo» al de Anno es un proyecto gestado por otro respetado y conocido autor de libros, del que ella es también editora: Eric Carle. En 1995, Carle y su esposa Bárbara crearon una fundación para abrir un museo dedicado al arte del álbum ilustrado -un museo, escribe la pareja en el folleto anunciador del proyecto, «para deleitar, entretener, sorprender y educar». La intención es inaugurarlo a finales del 2002. Este edificio contemporáneo se extenderá a lo largo de más de siete acres justo al lado del campus de la Universidad de Hampshire. El lugar es actualmente una huerta de manzanos, «un sitio tentador para una excavadora hambrienta», según dicen las notas de prensa.

Nick Clark, que fue anteriormente encargado de educación en el Gran Museo de Arte de Atlanta, y autor también de Mito, Magia y Misterio: cien años de libros ilustrados para niños, afirmó que el museo ha buscado patrocinadores para el proyecto por valor de 18 millones de dólares entre el sector editorial y la industria.

Describiendo el espacio físico que ocupan los 40.000 pies cuadrados de la estructura, Clark explica que tendrá dos galerías, una dedicada al trabajo de Carle, y otra para exposiciones temporales de ilustradores de todo el mundo. En su exposición inaugural se organizará una muestra de ilustraciones de Maurice Sendak. Un auditorio será el lugar idóneo para lecturas, presenteaciones, libro-fórums, cuentacuentos, y cosas por el estilo. El museo tendrá igualmente una biblioteca, una café, una librería y una tienda de regalos.

Un elemento que Clark describe como «muy significativo, y además tan importante como las propias salas de exposición», es un estudio donde los visitantes pueden participar en actividades artísticas. «Queremos que tanto los niños como los adultos sean capaces de meterse en la piel del artista y apreciar lo que hay detrás del proceso de creación de todo este trabajo», dijo. «Esperamos que después de eso, vean las obras expuestas con otros ojos. En este mundo dominado por el sonido y lo visual, es importante reconocer que cuanto más contemplamos algo, más profundo, rico y complejo se vuelve».

Clark enfatizó que el Museo Eric Carle tenderá a potenciar la «literatura visual» para un público de todas las edades: «Reconocemos que los niños aprenden a leer gracias a los álbumes ilustrados, donde hay una unión de texto e imagen. Pero ocasionalmente la literatura se convierte principalmente en textual, y el elemento visual queda relegado. Así que una de las misiones de este museo es dar a la gente las herramientas y la oportunidad de invertir este proceso».

Y otro objetivo fundamental de esta aventura -un objetivo que puede ser prerfectamente aplicado también a los museos de Abilene y Tsuwano- es, en palabras de Clark, «demostrar que si sacamos el arte de un libro infantil y lo mostramos sobre un muro, tendrá individualmente el valor de una verdadera obra de arte.» Nadie que esté familiarizado con la buena ilustración de libros infantiles puede demostrar lo contrario.

Artículo original escrito en inglés por Sally Lodge. Publicado en PublishersWeekly. Todos los derechos reservados.
Traducción de Pablo Cruz.

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