Mi padre fue rey

Thierry Robberecht
Ilustraciones de Philippe Goosens
Edelvives
Zaragoza, 2002

Un vistoso álbum en el que, a través de expresivas ilustraciones a toda página y de un texto sencillo y directo, se presenta un problema bastante habitual en nuestra sociedad: el poco tiempo que los padres dedican a los hijos.

Es el propio niño protagonista quien narra, en primera persona, la radical transformación de su progenitor: “siempre había sido el mejor padre del mundo”, “Cuando los dos jugábamos al escondite, yo podía pasarme horas buscándolo”. Pero un día, unos caballeros muy estirados le propusieron ser rey. Ál aceptó y comenzó a crecer. “Cuanto más y más crecía papá, menos lo veíamos mamá y yo”, “ya era demasiado grande para nuestra casa”…

Así, con frases breves pero rotundas, el pequeño narrador sanciona la conducta del padre, su abandono del hogar. “Era el rey de todos, pero yo ya no tenía padre”. La dureza de estas afirmaciones, se ve reforzada por unas ilustraciones complejas y contundentes, que refuerzan la idea de contraste entre la vida pública y privada a través de la forma, el color o las perspectivas.

La desproporción entre los volúmenes es absoluta. El rey se representa como un enorme huevo, un ser deforme e hinchado, un gran globo a punto de estallar. La imagen del pequeño huyendo como un ratón entre los pies de los reyes, refleja con gran expresividad la amenaza del tamaño, la distancia a la que el padre se ha situado. Desde la ventana, protegidos por el cristal, madre e hijo lo miran apenados. Ahora es demasiado grande. Ya no cabe allí.

Los tonos suaves, verdosos, que predominan en las escenas cómplices de juego entre padre e hijo, contrastan con las imágenes fuertes y saturadas del rey, que inunda de estridencia el paisaje con su ridículo uniforme naranja y azul. En cuanto a las formas, abundan en la ilustración los elementos geométricos; rombos, cuadros y dameros parecen emanar de ese traje y organizan composiciones en las que las formas ovales del poder adquieren mayor relevancia.

También el paisaje refleja los dos mundos en los que se plantea el dilema. Por un lado, el reino del dominio y la ambición, de grandes dimensiones, que sitúa al rey siempre en lo más alto y alejado de lo cotidiano (un rasgo reforzado por la perspectiva) y, por otro, la vida íntima y afectiva, diminuta e insignificante, que transcurre a ras de suelo.

Hay múltiples elementos simbólicos que llenan de matices las ilustraciones: el cinturón que ata al rey simboliza el poder que sujeta su vida, el traje de losanges naranjas y azules, parece una grotesca caricatura de arlequín y la corona del poder, que con tanto placer se probaba el padre ante el espejo, representa sobre la mesa vacía la desolación de una vida sin afecto.

Existe una perfecta sintonía entre imagen y texto. Los ritmos de ambos lenguajes se acompasan y refuerzan con una composición cuidada, en la que la ubicación del texto intensifica el contenido de cada escena.

La estructura del relato es simétrica, se cierra con la misma situación feliz del comienzo: padre e hijo juegan al escondite, un juego que no parece terminar… Pero antes, encontramos otra simetría, en lo argumental y en lo formal: son las páginas que marcan las decisiones de su vida. En ambas, las ilustraciones no ocupan la doble página, sino que dividen en dos la escena, planteando el dilema que tiene el padre ante sí y que lo lleva, primero, a escoger la corona y, finalmente, a sustituirla por sus seres queridos.

Una lección sobre las cosas importantes de la vida contada con voz de niño e ilustrada con un gran despliegue de recursos. Seguro que muchos lectores infantiles soñarán con ese final feliz.

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1 comentario en “Mi padre fue rey

  1. Andrea
    03/01/2012 a las 21:24

    Yo también he leído ese libro. Es muy bonito
    ver como el niño prefiere que su padre no
    sea poderoso y rico a que lo sea.

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