Mi amor

Mi amorAstrid Desbordes
Ilustraciones de Pauline Martin
Traducción de Esther Rubio
Madrid: Kókinos, 2016

El pequeño Archibaldo le pregunta a su mamá, mientras le arropa para acostarle, que si ella “le querrá toda la vida”. Y ella decide contarle un secreto respecto a su amor.

Le quiere desde que nació… y desde antes (ilustración del embarazo).

Le quiere cuando parece que le quiere, y cuando parece que no.

Le quiere cuando piensa en él (le da un regalo), y cuando se olvida (la mamá pasea con el papá).

Le quiere cuando él le escucha, y cuando es la mamá quien escucha (preciosa, preciosa ilustración).

Le quiere cuando lo consigue… y cuando falla.

Le quiere “cuando se lanza a la batalla” (el niño luchando contra un dragón)… y cuando cambia de opinión (asustado por una araña).

Le quiere cuando huele bien… y cuando eso no tiene importancia.

Le quiere cuando Archibaldo piensa en ella… y cuando se olvida (el pequeño jugando con un amigo).

Le quiere “porque siempre será su niño, aunque nunca será suyo” (son las dos imágenes más emotivas: la mamá arropando, en el prado, al pequeño; y el pequeño, en lo alto de un árbol, solo, mirando al infinito, las hojas desgranándose, como el tiempo…).

El cuento acaba diciendo que le querrá “para siempre”, y en ese para siempre vemos muchos Archibaldos, en pequeño, pero haciendo cosas de mayor: barrendero, médico, guardia de tráfico, director de orquesta…

El cuento, ideal para ir a dormir, es perfecto para inculcar seguridad en los más pequeños. Porque la mayor seguridad de la vida la da el saber que tu madre, pase lo que pase, seas quien seas, hagas lo que hagas… te querrá siempre. Es bueno recalcar que, hasta cuando estamos enfadados, les queremos. Que, hasta cuando no estamos con ellos, les queremos. Que les queremos siendo buenos, siendo “malos”, siendo valientes, cobardes, charlatanes, callados.

Queremos a nuestros hijos no por ser como son, sino simplemente por “ser”.

Y esa lección, para la vida, es tan importante… el tener el convencimiento de que valemos simplemente por “ser”…

El final es perfecto, porque viene a decir que, sea lo que sea Archibaldo de mayor, será válido y adecuado, porque será lo que él ha deseado. Y que siga siendo la imagen de Archibaldo de pequeño tiene la doble significación que ya se veía en la penúltima imagen: nuestros hijos siempre serán nuestros niños. Da igual el tiempo transcurrido. Ellos, para nosotros, son pequeños.

La ilustración en la que se ahonda en que “nunca serás mío” está llena de belleza, y está destinada más al lector adulto, al lector paternal, como recordatorio de que nunca, nunca, son nuestros, y que en toda maternidad/paternidad hay un componente de melancolía.

Nuestro hijo será siempre el niño al que arropemos, aunque a la vez no deje de ser una persona sola, que se sienta en el árbol a mirar el horizonte (el futuro que vendrá).

Las ilustraciones, de exquisita sensibilidad, juegan con los trazos definidos y con los tonos pastel (azul y rosa); los binomios ilustrativos con los distintos comportamientos de Archibaldo juegan con la luz, con la forma, con ilustrar cosas parecidas pero a la vez diferentes.

Un cuento exquisito, perfecto, lleno de sensibilidad, de amor, de belleza.

2 comentarios en “Mi amor

  1. Ignacio Sanz
    16/06/2017 a las 17:15

    Los laísmos están aceptados por la Real Academia. Delibes es laísta y Jiménez Lozano, dos premios Cervantes. Y con ellos Ávila, Valladolid, Segovia, Madrid…
    Soy de Segovia y soy laísta. No puedo dejar de serlo, aunque a veces, cuando publico, los correctores de la editoriales corrigen mis libros. Escribimos como hablamos.

  2. Eva
    31/05/2017 a las 09:43

    Hola, una duda, tengo este cuento y en la primera página hay un laismo, creo en el tuyo también? Gracias

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