Leocadio, un león de armas tomar

Leocadio, un león de armas tomarShel Silverstein
Traducción de Miguel Azaola
Pontevedra: Kalandraka, 2016

En los últimos años Kalandraka viene realizando una espléndida labor de recuperación de clásicos contemporáneos de la literatura infantil. Leo Lionni, Janosch, Reiner Zimnik, Maurice Sendak, Tomi Ungerer… y Shel Silverstein, por supuesto. Comenzaron en 2015 con El árbol generoso, quizá su título más conocido, y luego publicaron ¿Quién compra un rinoceronte?, ambos publicados originalmente en 1964.

Pero el primer libro infantil de Silverstein fue este que hoy recomendamos, Lafcadio, the Lion Who Shot Back (Harper & Row, 1963, aparecido primero en la revista Playboy), y ahora vuelve a las librerías de habla hispana, tras haber estado publicado hace años por Lumen en una edición, traducida por Víctor Pozanco, que mantuvo el nombre del león protagonista y un título más próximo al original inglés (Lafcadio, el león que devolvió el disparo). En esta nueva versión que publica Kalandraka, traducida por Miguel Azaola, nos encontramos con un título bastante diferente y más sonoro: Leocadio, un león de armas tomar.

A Miguel Azaola debemos agradecer excelentes traducciones de libros de Sempé (El pequeño Nicolás), Roald Dahl (Cuentos en verso para niños perversos), Sendak (La cocina de noche)… Un traductor y veterano editor de literatura infantil, con un talento y una trayectoria brillantes, capaz de cambiar el nombre del león protagonista y el título de esta tragicomedia existencialista de Silverstein. Este cambio de nombre, según nos dice el propio traductor, se debe a varios motivos, entre otros que para el lector en castellano no resulta demasiado significativo el guiño de Silverstein al escritor Lafcadio Hearn. También influye la costumbre de “castellanizar” a ciertos personajes de cómic y literatura, que nos ha dado nombres tan estupendos como los famosos Hernández y Fernández de Tintín. “Leocadio” tiene, sin duda, una sonoridad más amigable para los lectores de habla hispana.

El libro está narrado por el tío Shelby, alter ego del propio autor. Se dirige en segunda persona a sus sobrinos, quienes escuchan la historia, e incluso aparecen en ella fugazmente. Tío Shelby les va a contar la historia del león más extraño que ha conocido jamás. La historia de Leocadio, un león despreocupado y feliz, comienza en la sabana, cuando un buen día se topa con un cazador algo torpe y, tras devorarlo, se apropia de su fusil. Al principio Leocadio no sabe qué hacer con una herramienta tan rara, pero poco a poco empieza a aprender su funcionamiento, y perfecciona tanto su técnica que el director de un circo llega a la sabana para contratarle en su espectáculo.

El león, seducido por las promesas de gloria y nubes de malvavisco (sobre todo esto último), llega a la ciudad y pronto empieza a cambiar sus costumbres. Se viste, se baña, se aloja en lujosos hoteles, monta en ascensor, va al peluquero y, por supuesto, se da unos atracones tremendos de nubes de malvavisco allá donde va. Y es allí, en Chicago, donde conoce al tío Shelby, que le parece educado, inteligente, y muy guapo, y se convierte en su gran amigo y consejero. Aunque poco a poco la fama de Leocadio crece, se codea con grandes mandatarios, viaja por todo el mundo. Sin darse cuenta, se parece más a un humano que a un animal. Y se ha convertido también en un ser infeliz, insatisfecho, como solo los humanos pueden serlo. Pero no es ni uno ni lo otro. Y aquí es cuando, en su regreso a la sabana, Leocadio se da cuenta de su gran problema.

Ilustración de Shel Silverstein

Ilustración de Shel Silverstein

Es inevitable acordarse del elefante Babar cuando uno lee las aventuras de Leocadio junto a los humanos de la gran ciudad. Publicado más de treinta años despúes, Leocadio es una historia posmoderna, ácida y pesimista, mientras que Historia de Babar, a su lado, es un relato inocente, casi un manual de urbanidad, en el que todo acaba bien. En Leocadio la historia no acaba bien. Acaba como suelen acabar las historias que reflejan de manera lúcida la realidad: con un regusto agridulce.

La primera cubierta de "Lafcadio, the Lion Who Shot Back"

Cubierta original

El humor, los juegos de palabras y el ingenio del narrador están presentes en todo el libro. Una prosa y unos diálogos ágiles, sorprendentes y muy divertidos nos van conduciendo, como en una película de Hollywwod, desde el anonimato hasta el estrellato, y sin darnos cuenta, mecidos por las risas, nos topamos de bruces con el amargor de esta brillante historia.

No hemos conseguido averiguar por qué en la cubierta del libro ha desaparecido el rifle de Leocadio, que sujetaba con el rabo, aunque sabemos que no ha sido cosa de la edición española. Ya en 2013, cuando Harper lanzó la edición 50 aniversario, prescindió del arma en la ilustración de cubierta. Esa es la edición que Kalandraka ha tomado como referencia. Quizá la ausencia del rifle se deba a que ahora somos más sensibles a ciertos temas en el mundo de la literatura infantil. Es una pena, pues la mirada del león en esa ilustración tendría mucho más sentido si empuñara un arma con su cola…

En cualquier caso, y detalles al margen, nos encontramos en este libro con una historia muy bien contada, muy bien traducida y muy bien editada, que no pocos dolores de cabeza habrá causado a Miguel Azaola y a su editor. El esfuerzo ha merecido la pena. Vuelve a las librerías uno de esos clásicos que no pasa de moda. Autores como Shel Silverstein o sus coetáneos siempre nos hacen recordar los motivos por los que amamos la literatura infantil. Y por suerte hay editoriales, no solo Kalandraka, que se atreven a rescatarlos (a veces del olvido).

"Lafcadio, the Lion Who Shot Back", tal y como apareció originalmente en la revista Playboy

“Lafcadio, the Lion Who Shot Back”, tal y como apareció originalmente en la revista Playboy (1963)

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