Las reglas del verano

Las reglas del verano (Shaun Tan)Shaun Tan
Traducción de Carles Andreu y Albert Vitó
Granada: Barbara Fiore, 2014

Pocos días después de ver la edición en castellano del último libro de Shaun Tan, Las reglas del verano, cuya aparición esperábamos ya desde hace algunos meses, encontramos en internet un post en el que el propio autor presentaba su libro (aquí la versión original en inglés), y comentaba una a una cada escena. Si bien la tentación de leerlo de arriba abajo es muy grande, después de los primeros párrafos hemos preferido detenernos para escribir antes esta reseña.

La causa de esta contención es fruto de lo que el propio Shaun Tan explica al comienzo de su comentario: “Es un problema que todo aquello que pueda decir un artista o un autor acerca de la intencionalidad se tome por una suerte de significado autoritativo —¡y se toma demasiado en serio!— cuando en realidad la propia imaginación del público debería volar con toda la libertad posible, a veces incluso contra la corriente de las propias ideas del creador”. Esto, que podría aplicarse a la mayoría de obras literarias, y por extensión, del resto de obras de arte, es en este caso especialmente importante, puesto que en este álbum casi nada está explicado, y todo está sugerido. De ahí que esté abierto, más que otros, a que el lector lo digiera y lo transforme en un libro único, personal, fruto de mezclar lo que vemos y leemos con las experiencias personales.

La primera escena de este libro nos muestra una calle vacía, posiblemente en una ciudad, bajo el sol del verano, y en medio de la calle, por donde suelen pasar los coches, vemos a dos chicos (quizá hermanos, puesto que uno es mayor que el otro). El mayor le susurra al oído al más pequeño, quizá un juego infantil, un reto o una invención con la que quiere provocar el miedo o la sorpresa del otro. Al pasar la página, un breve texto sobre un lienzo garabateado: “He aquí lo que aprendí el pasado verano”. Y a partir de ahí, vienen “las reglas del verano”: “Nunca dejes un calcetín rojo en el tendedero”, “Nunca te comas la última aceituna en una fiesta”, “Nunca dejes la puerta trasera abierta por la noche”…

Las imágenes que acompañan estas reglas, y que muestran las consecuencias de no cumplirlas, retratan un universo surrealista poblado de seres y artefactos imaginarios inmersos en una arquitectura urbana que es el patio de juegos de los dos chicos protagonistas. Un universo que nos resulta extraño y carente de lógica, quizá porque somos adultos y no recordamos los juegos que inventábamos de niños, las reglas absurdas y disparatadas y la imaginación que nos guiaba en todo momento hacia terrenos que hoy la mayoría hemos olvidado. Los protagonistas de este libro, habitantes de ese mundo paralelo, saben que no hay que pisar los caracoles, que no hay que llegar tarde a un desfile, que no hay que olvidar la contraseña. Y que nunca hay que perderse el último día del verano. Eso es lo que han aprendido mientras jugaban en una ciudad vacía, que ellos han llenado de emoción, seres fantásticos y peligros que sortear.

Ahora que hemos leído varias veces el libro, intentando exprimir cada página, y que hemos hablado sobre él, podemos leer sin miedo los comentarios que el propio autor hace de su obra, sus intenciones o anécdotas personales detrás de cada escena. Al menos ya hemos dejado que el libro saque de nosotros aquellos recuerdos infantiles de cuando inventábamos las reglas del verano. Te sugerimos, lector, que hagas lo mismo, y permitas que el libro te hable antes que el autor. Cuando lo hayas hecho, sigue disfrutándolo aquí: shauntanlibros.tumblr.com

Las reglas del verano (Shaun Tan)

2 comentarios en “Las reglas del verano

  1. tatiana
    10/07/2015 a las 19:16

    Me encanta el álbum y vuestra reseña del mismo de 10 , con vuestro permiso lo comparto en Donde viven los unicornios.

  2. M.Antonia Andrade
    06/06/2015 a las 14:33

    Es un libro maravilloso, su estilo es tan inconfundible, me apasiona este autor

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