El tigre que vino a tomar el té

El tigre que vino a tomar el téJudith Kerr
Traducción de Xosé Manuel González
Pontevedra: Kalandraka, 2010

En inglés existe un término para designar a aquellos cantantes o grupos de música pop o rock que solo han tenido un verdadero éxito y cuyos siguientes trabajos no tienen una difusión comparable a la de aquel: es one hit wonder, que se podría traducir al español como grupo o cantante de un solo éxito, aunque no suena tan contundente y lapidario como el original. Si extrapolamos el término al ámbito del libro infantil y juvenil en España, sin duda la escritora británica Judith Kerr (Berlín, 1923) se llevaría la palma.

Judith Kerr es muy popular en los países anglosajones por sus numerosos álbumes ilustrados, entre los que destacan los dedicados al gato Mog y The Tiger Who Came to Tea, y por su trilogía autobiográfica The Other Way Round, en la que se narra su vida tras huir de la incipiente Alemania nazi con su familia en 1933. En España, en cambio, aunque la primera parte de dicha trilogía, Cuando Hitler robó el conejo rosa, ha sido reeditada continuamente y es fácil de encontrar en las librerías, su secuela, En la batalla de Inglaterra, solo conoció una edición, pese a superarla en calidad, y la tercera parte, The other way round, nadie se ha molestado en traducirla, como pasaba hasta hace poco con sus álbumes ilustrados.

Afortunadamente, Kalandraka llenó este vacío el año pasado con la traducción a las cinco lenguas ibéricas de The Tiger Who Came to Tea, aunque, eso sí, en castellano, gallego y portugués el tigre viene a tomar el té, mientras que en catalán y vasco viene a “merendar”, quizás en una traducción menos literal pero más acertada. Diferencias de traducción aparte, El tigre que vino a tomar el té es un excelente ejemplo del poder metafórico de la imagen en el álbum ilustrado y de cómo esta no limita el poder evocador del texto en su conjunto. Porque sin duda el tigre simboliza lo inesperado, lo inatrapable, aquello que se solo se presenta en la vida una sola vez, como deja claro la última y sentenciosa frase: “Pero eso no volvió a suceder”. El tigre cobra una dimensión simbólica natural, impecable, nada forzada, hasta tal punto que resulta inevitable recordar estos dos versos de Borges sobre el tigre –”Tú lo pensaste sanguinario, hermoso / mas la pequeña lo creyó amoroso”– cuando la niña protagonista lo recibe en casa e incluso se abraza a él.

A quienes estén acostumbrados al álbum ilustrado de hoy, con sus audaces ilustraciones a base de collages y superposiciones, las ilustraciones de Kerr le parecerán un poco sosas y hasta naïf, pero su expresividad y su agudeza al captar una forma de vida ya pretérita les confieren el encanto vintage propio de los muebles y los objetos decorativos de hace cuatro décadas, el mismo que rezuman, por ejemplo, los decorados de la serie Mad Men.

Asomaos, pues, a esta traducción de Kalandraka, a cuya versión castellana solo podría reprochársele la ausencia de una tilde en el cómo del siguiente pasaje: “Sofía y su madre le contaron lo que había sucedido / y como el tigre se había comido y bebido todo”, error fácilmente subsanable en las siguientes ediciones, las cuales esperamos que, por la calidad del texto y por compensar la peculiar fortuna editorial de Kerr en nuestro país, acabe por conocer.

1 comentario en “El tigre que vino a tomar el té

  1. 03/01/2012 a las 21:17

    Muy buena notica la de la edición de este libro en español. Yo conocía la lectura en voz alta, en inglés, que encontré hace un tiempo en internet. Aquí va, es muy linda, http://www.youtube.com/watch?v=3pZxvxmry4A
    Saludos,
    Andrea

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