El pájaro negro

Suzy Lee
Traducción de Albert Vitó Godina
Cádiz: Barbara Fiore, 2010

Resulta revelador comparar la cubierta de este nuevo título de Suzy Lee (La ola, Sombras, Espejo) con su edición original coreana y francesa (2007), donde el pájaro es el protagonista absoluto, en consonancia con el título. La edición española de Barbara Fiore, sin embargo, parece algo más sutil. Mancha muy poco espacio con una ilustración en la que el pájaro negro es la sombra que proyecta una niña, y extiende sus alas del mismo modo que ella extiende sus brazos, en una pose de felicidad, de ligereza, de alivio. No sabemos si esta ilustración formaba parte del interior de las ediciones antes mencionadas (aquí también ocupa la anteportada), ya que tiene un trazo distinto, mucho más fino, quizá por haber sido reducida de tamaño.

Todo el libro, cubierta y guardas incluidas, alterna entre el negro y el blanco. El negro y gris del carboncillo y el blanco ahuesado del papel. No hay una sola nota de otro color, ni siquiera en la cubierta, nada que nos distraiga de la historia intimista que nos narra el álbum.

Una discusión familiar entre los padres, que la protagonista oye desde el pasillo, es el detonante de un proceso durante el cual la niña, apesadumbrada por una parcela de la vida que los mayores guardan para sí, aprende a sobrellevar la situación. “Nadie me dice nada. Nadie me cuenta nada”, se queja. Su tristeza va unida a su inseguridad, a su desconocimiento. Pero un pájaro negro (con toda la pinta de ser un cuervo), que hemos podido ver a un tamaño normal en las dos ilustraciones previas, de pronto se presenta a un tamaño descomunal, dispuesto a llevar a la pequeña en su pico recorriendo el cielo, sobrevolando montañas, campos, desiertos y mares embravecidos. Un pájaro negro que no es otra cosa que su identidad, la conciencia de sí misma: una persona capaz de observar la realidad, sacar conclusiones, entender el mundo que le rodea (“Mamá y papá creen que no sé nada. Pero yo oigo las cosas, las veo”). Desarrollar el mundo interior se convierte en la construcción de un secreto “que no pienso contarle a nadie”, un secreto que consiste en crecer y ser capaz de reflexionar, de sentirse seguro de uno mismo porque, además de sentir (“Estoy triste”, así comienza el álbum), es capaz de saber.

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