Abrazos

Daniel Nesquens y Rafa Vivas
Alzira: Algar, 2011

Rafa Vivas y Daniel Nesquens –que en esta obra toma distancia respecto de su estilo habitual– se unen para capturar un retazo de las vidas de Rafa y Daniel, dos amigos separados por unos cientos de kilómetros y que utilizan el correo electrónico para comunicarse. La fórmula basada en el sucesivo envío de e-mails otorga al género epistolar una nueva dimensión propia del siglo XXI, pero la necesidad y el deseo de los dos protagonistas por mantener el contacto no cambian sea cual sea el método a utilizar, como demuestra el hecho de que la conexión entre ambos es casi diaria; entre referencias musicales, literarias y filosóficas, ambos intercambian pensamientos y confidencias mezclando en su discurso un presente en el que la monotonía parece abarcarlo todo con un pasado marcado por experiencias cuya huella no acaba de borrarse y con un futuro que podría ser esperanzador si lograran zafarse de los miedos que los atenazan. Porque Daniel y Rafa tienen sus propias creencias limitantes, sus demonios internos que les impiden avanzar, siendo cada uno de ellos es su peor enemigo aunque les cueste reconocerlo; Rafa es la eterna promesa, alguien que siempre nada hasta ahogarse en la orilla, incapaz de creer en sí mismo y terminar lo que empieza, nadie da crédito a sus promesas porque nuca cumple, mientras que Daniel se ha ido forjando una imagen de hombre insustancial y anodino que no ha sabido superar un desengaño amoroso del pasado y que ve pasar la existencia sin ilusión ni interés, como si le fuera algo ajeno. Sin embargo, el apoyo constante que ambos se ofrecen tiene una consistencia tal que es capaz de deshacer de una vez por todas el enrevesado nudo en que han convertido sus vidas. Es fácil identificarse con cualquiera de ellos, gente cuyas circunstancias tienen el aroma de lo cotidiano incluso cuando rozan el esperpento y que son capaces de mantener inalterable su amistad aunque todo a su alrededor cambie, personas para quienes decir abrazos supone mucho más que una fórmula de cortesía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *